Palabras

Hace mucho tiempo que vengo queriendo escribir un blog sobre las palabras y la inutilidad de ellas. Cosa rara, no? Si me considero (o por lo menos consideraba) escritora, pero tan harta estaba de escuchar esos sonidos que dibujen un futuro feliz, un sueno apartado de la realidad. Una e otra vez me caigo en la belleza de las palabras, y una e otra vez me decepcionen, las veo huecas, a veces mentirosas y sobre todo, palabras nada mas.

Las palabras no te abrigan, no pagan la renta, no te acompañan en tu hora mas oscura… Se dice que las acciones son mas importantes que las palabras, que una imagen vale mil palabras. No las podemos encontrar nunca cuando mas las necesitamos – cuando muere alguien, cuando hay que tomar una decisión difícil o dar consejos… En fin tanto parece la impotencia e inutilidad de las palabras que no se a veces porque nos molestamos en hablar.

Sin embargo, hace tanto tiempo que quise escribir esto que me pasaron dos cosas. 1. Perdí el login y link de mi blog y 2. Cambie de opinión. Todo al revés. Las palabras son poderosas y destructivas. Las palabras empezaron guerras y rompieron corazones. Construyeron emporios y levantaron naciones. Las palabras pueden subir el alma hacia el cielo y la hacen caer nuevamente al suelo. Hay palabras que te claven en el alma como un cuchillo y por mas que es verdad que las palabras no matan, te pueden dejar con las ganas de morir.

Hay palabras que deseas fuertemente de nunca haber dicho, se cuelguen en el aire como humo y una vez que salen de la boca no pueden ser retractadas. Puede ser que muchas veces la promesa disfrazada de palabras no se cumple, o directamente era mentira pero en fin, las palabras son la forma de expresar lo que tenemos en el fondo de nuestro ser, por mas que nos guste o no. No es culpa de las palabras que no se cumple el sueno de uno o que te lleven a cometer errores graves porque las interpretaste mal o escuchaste lo que querías oír. Hay que elegir esas armas poderosas con cuidado tanto como aprender a filtrar cuales nos dejamos afectar.

Soy demasiado grande para tener novio?

Estoy en la búsqueda para una palabra que mejor define a la persona con quien salgo. Es que viviendo en una casa en un barrio en donde la mayoría de la gente tiene familias, cuando viene el verdulero, el gasista, electricista, sodero, obreros, carpintero, etc.. a hacer cosas, todos me tratan de «señora» (ya se fueron mis días de ser señorita) me siento como una nena jugando con la colita alta diciendo «mi novio dijo que lo cuelgas así, o «que lo hagan de tal forma».

Les juro de que por un toque no mas me miran con una cara un poco rara, una ceja levantada que dice mucho al escuchar esa palabra. Puede ser que soy demasiado grande para tener un novio ya en mis treintas?

Yo creo, pero necesito que me confirmen, que acá en Argentina se puede decir «pareja» y que suena mejor. Pasa es que en mi país, esta palabra queda un poco ambigua – de hecho si decís «mi pareja» es casi dado por un hecho de que esa persona será del mismo genero; o sea, que soy lesbiana y tengo una «partner».

Entre nosotros le dijo amor, cielo, mi sol, y otras palabritas mas cariñosas – pero obvio no quiero hablar en eses términos a la gente que viene a hacer trabajitos en casa. Entonces, se puede decir pareja y queda bien acá? O hay una palabra que me escape que le queda mejor?

O mejor olvido los años que tengo y las caras que ponen y sigo diciendo novio con orgullo? Que opinan? Cualquier surgerencia bienvenida.

Cuando se puede opinar sobre un pais?

Me toca discutir mucho ese punto y me gustaría escuchar opiniones sobre ello, así animasen a dejar sus comentarios.

Mi pregunta es la siguiente. Cuando llega el momento, el tiempo adecuado, para que un no nacido en un país puede dar sus opiniones sobre ello sin que le sacan cagando con «si no te gusta, volve a tu país»?

Esa respuesta escucho a menudo pero generalmente en chiste ya que no opino fuerte sobre las cosas que pasen en l’Argentina y me encanta esa tierra. No soy anti-Kirchnerista, ni me atrevería a escribir un blog sobre la política hoy en día.

Estoy de acuerdo con algunas cosas y en contra de otras, como cualquier lado, y de haber pasado casi ocho años acá, pasado por lo bueno y lo malo, la crisis del campo y de tomates, nieve en el 9 de julio y la creación del dólar blue, para mi merezco mi punto de vista y que sea escuchado.

Pero me asombra la cantidad de personas no nacidas en este país que reciben esta misma respuesta cuando empiezan a hablar sobre las cosas que no les gustan – «entonces volve a tu país». Escuche esa frase salir de las bocas de muchos conocidos, y conocidos amigos (incusive los súper anti-K que están de acuerdo con lo que dice el extranjero) – pero el hecho de ser opinión de un extranjero, se vuelven súper nacionalistas y dicen – entonces andate.

Y esa «entonces andate» por lo general sale de personas de segunda generación española, italiana, alemania… Entienden el punto. Cual es la diferencia entonces y cuando llega el momento en que el extranjero puede opinar? Tiene que ver con los años que lleva en un país, si tenga o no la residencia, si paga o no impuestos, o si habla bien la lengua? Porque si es cuestión de sange, pues a veces es la misma que corre por las venas de ambos, solo que uno nació allá, el otro acá. Tiene que haber nacido acá y punto para tener voz?

Tengo que admitir que quizás en este momento se podría decir que yo no deberia de opinar porque aunque lo tuviera antes, ahora mismo no tengo el DNI (esta en tramite) y no estoy pagando impuestos sobre mi sueldo acá. Si que lo gasto acá, compro acá, manejo acá y me afecta o me afectaban los cortes del subte, los paros de camioneros y el precio de la nafta.

Tengo un conocido que llevaba casi 15 años acá, tiene negocio acá, todo en blanco, aportando al sistema y con una década y medio viviendo en Buenos Aires. Es súper anti-K, pero si fuese súper pro tampoco importaría – «volve a tu país» les dicen cuando esta en contra de cualquier cosa. No ayuda, la verdad, que es un poco desgraciado como persona pero para mi merece su voz, es medio porteño ya.

Este es un país hecho por inmigrantes. No serian mas tolerantes a escuchar lo que tiene que decir la gente de afuera, sobre todo, la gente que si sabe lo que dice, que si paga sus impuestos y que si alimenta el motor de la economía Argentina?

Hablando de esto con mi novio, mas argentino que el dulce de leche aunque con sangre italiano, me dice que es muy fácil – nunca voy a poder opinar y ya esta. Reclamo fuertemente – pero pase 8 años acá, vivo acá y hasta si viva toda mi vida acá, consigo residencia permanente y muero acá – nunca voy a poder tener voz? Que injusto.

Sacamos mi caso por que no me sirve de buen ejemplo ya que no trabajo para una empresa argentina, soy inglesa y nos robamos sus islas, y hablo con un acento raro, medio gringo, medio centroamericano – nunca voy a hablar como buen porteña.

Pero tomemos otro ejemplo como caso. Mi amiga Julia nació en Ucrania pero vino acá desde chiquita. Ella si habla perfecto porteño, se viste, luce y actúa como argentina. Trabaja, estudia, paga impuestos, y pese a que es ucrania, a ella si, les deja opinar, criticar, hasta decir «país del orto» sin recibir un «volvete» de revés. Y ella no nacio aca.

En cambio, a la madre – no. Habla como ucraniana, hizo todo lo mismo que su hija, menos pasar por colegio pero a ella les siguen considerando como extranjera en este pais.

Amplificado geográficamente el punto fuera de la Argentino creo que, de hecho estoy casi segura que lo mismo pasara en todos lados, no estoy reclamando ni hablando sobre el caso único de l’Argentina. Yo creo que cualquiera que vaya a vivir en Inglaterra, Estados Unidos, Francia, donde sea que no es nacido ahí y que no habla con una pronunciacion perfecta recibiría el mismo tratamiento.

Pero porque uno puede quejar fuertemente sobre su «propio país» pero nunca sobre el país en donde vive, si es que sea diferente? Cuando nos volvimos tan nacionalistas para no recibir las opiniones de la gente de afuera?

Es mas, a la hora de hablar de «mi país» ahí si siento que no tengo mucho derecho de opinar, porque no me entero de mucho que esta pasando ahí, no aporto al sistema, no se que pasa en el parlamento y no me afecta mucho la política. De mis 30 y pico anos, pase apenas un tercio de ellos viviendo en aquella isla y la mayoría de ese tiempo fue antes de la edad de votar. Nunca vote en mi vida.

Entonces no tengo voz acá, allá y en ningún lugar actualmente. Pero puede ser que nunca la voy a tener? Nunca va a poder decir nada el polaco que va a Inglaterra y forma familia ahí, el indio que tienen tres generaciones de la familia viviendo en Berlin, o el argentino que viva en España?

La medición de éxito

Siempre me quedo pensado en el concepto del éxito y de como lo medimos. Me acuerdo clarito como si fuese ayer, la cara de asco de mi padre volviendo de la oficina un día en Riad. No soportaba a su jefe, que era un cabron total, y ese día en particular había colgado en su escritorio un cartel que decía «he who has the most toys wins» (el que tenga los mas juguetes gana). Tenia seis anos yo, o algo así y le dije a mi padre, pero cuando se va al cielo, no se puede llevar sus juguetes con el. Mi padre me sonrió.

Tenia un buen punto yo a la absurdidad de la filosofía de ese sin nombre, pero el punto es que, por lo menos, para el, la obtención de bienes formaba su definición total del éxito.

Por mas que a mi me gustaría pensar que su versión del éxito en la vida era totalmente equivocado, es curioso que cuando pensamos en el éxito, suele ir, bueno, casi siempre va de la mano con la plata y el poder (gracias por tu citación acá, Damian Domenecci). Cuando pensamos en las personas exitosas son por lo general, políticos, celebridades, vecinos o familiares con casas y autos mas grandes y mas lindos que los nuestros. No pensamos en los camioneros o la gente que limpian las calles.

Porque seria así? Porque confirmo en absoluto que así es. Sin embargo, les propongo la siguiente pregunta – tener éxito en la forma que solamos entender también significa tener una vida exitosa? Porque mi idea de una vida exitosa tiene poco o casi nada que ver con la plata.

Mis metas, retos y logros en la vida son casi todos relacionados con la felicidad, encontrar la paz, aprender a meditar, conocer el mundo, tener un gran amor, amigos y familia que me quieren, memorias que nadie me puede quitar y que me van a manenter siempre divertida cuando sea anciana y sola en el geriatrico.

El éxito entonces, según mi racional, va mucho mas allá de la plata, la obtención de bienes y el poder. El nivel de éxito de uno si o si esta relacionado con su grado de felicidad, las personas que los rodean, las vidas que tocan y las que van a seguir tocando e iluminando.

Es mas, me re conviene que sea así porque si el nivel de éxito tiene solo que ver con la plata y la obtención de bienes, hasta ahora soy una fracasada total, que todo lo que gane lo gaste viajando el mundo. Y durante mis viajes conocí a tanta gente excepcionalmente felices con lo poco que tenían; apenas un techo de chapa o sin techo por completo, su sueldo alcanzando justo para comprar una bolsa grande de arroz cada mes, una chela por día y unas gallinas afuera para poner huevos.

En el sondeo de los países mas felices del mundo siempre aparece Costa Rica, que también es entre los países mas pobres. Que es lo que los hacen tan felices? Quizás uno diría el contacto con la naturaleza, la playa, la selva, el hermoso paisaje, el sol y el calor – pero la gran mayoría de los «Ticos» viven en el capital, lejos de le playa, muchos, no se si la mayoría, pero muchos ni saben nadar y algunos nuncan han hida a la playa en sus vidas.

Que es entonces lo que los hace tan extremadamente felices? Seria la ausencia de expectativas? La ausencisa de un sistema últimamente capitalista haciendo nos querer y necesitar cada vez mas cosas para sentirnos bien? La mayoría de los Ticos no ascendieron al cuarto renglón de la jerarquía de Maslow? No se lo que es que no están compartiendo con el resto del mundo, pero parece que son felices.

Puede ser realmente que un pobre viviendo debajo de un techo chapa que se levanta a los 5 de la mañana todos los días para ir a trabajar en el campo tenga la receta de la felicidad? Y si lo tiene, puede ser entonces que el también tenga el deseado éxito que todos buscamos? O siempre será mas feliz el hombre que tenga mas juguetes? Con ese incógnito les dejo. Feliz viernes.

Negros de mierda

Siempre va a ser un tema controversial y calculo que habrán unas personas que me cagaran a puteadas para decirlo, pero odio – es mas – no soporto la frase «negro de mierda». Después de unos ocho años en este país todavía me da escalofríos al escucharlo.

No digo que soy campeona de los pobres, ni ahí, seria hipócrita, viviendo en un barrio cerrado, cenando en restaurantes lindos y disfrutando de mis hermosos zapatos nuevos y ropa comprada en uno de mis paseos por Milano (tampoco fueron regalados, que yo trabajo duro por lo que tengo, pero ese no es el punto).

El punto acá, para mi, es que hay códigos (o debe de haber) para cuestiones así y lenguaje mejor no usado para etiquetar a la gente. Al decir «negro», «puto», «gordo», «torta» y unas cuantas mas palabras mejor no mencionadas que se me ocurran, nos hace acercar al borde del peligro y la intolerancia.

Hay una línea delgada entre lo que decimos y lo que hacemos y por mas que comparto y estoy conciente que exista el racismo, la desconfianza, la ignorancia, en todas partes del mundo, por lo menos, guardando eses feos términos nos contiene un poco mas y se corta el tren del mal pensamiento que nos lleva a las estaciones del odio, sospecho y mala sangre.

Todavía me recuerdo la primera vez que escuche a un amigo decir «es un negro de mi mierda» – casi me infarto.

Armamos una pelea infernal, le grite en todos los colores, no pude creer que seria capaz de ser tan abiertamente racista para decir una cosa así, por mas que me enfáticamente decía e insistía que no usaba la palabra «negro» para describir el color de la piel del mencionado hombre, sino el color de «su alma» – negra; una basura depersona. Igual no hubo manera de consolarme, esa expresión retumbaba en mi cabeza.

Como sabe todo el mundo en Argentina, esta es una frase que se escucha casi a diario – pero no (enfáticamente no) porque la gente es racista, sino porque sean extraordinariamente capaces de ver el color del alma de las personas malas.

Vamos para arriba, si todos sabemos que estas palabras van mucho mas allá de describir la personalidad y/o maldad de una persona. Los «negros de mierda» viven siempre en las villas (no viven en los country), tienen siempre piel oscura (no tienen ojos claros y piel blanca) y tienen siempre (casi siempre) pinta de pobre con sus camperas imitacion Adidas – son «negros» por mas bueno que sean por adentro y mas hermoso y brillante sean sus almas.

Podemos dejar clasificar el valor de la gente por su posicion social, trabajo o expectativas de la vida? Podriamos dejar de generalizar poblaciones enteras por su aspecto fisico y por sus viviendas? Y por favor, podemos dejar de usar negros de mierda una buena vez?

Que haces acá?

«Que haces acá?» me pregunta el remisero, ojos ampliamente abiertos mirándome en el espejo de retrovisor, cara de asombrado y con una especial énfasis sobre la palabra «acá«. Respiro hondo – otra vez, la misma pregunta.

Quizás me caigo como mala onda pero la verdad es que me harta contestar la misma pregunta todo el tiempo, desde el taxista, hasta el verdulero, jardinero, portero, tipo pesado en un bar, chicas que venden ropa… La lista de personas preguntándome que hago acá (con énfasis en «acá«) es interminable. Mientras mas salgo y mas contacto tengo con la gente, mas me veo obligada a explicar mis inexplicables razones por las cuales vivo en Buenos Aires.

Odio esa pregunta porque me hace sentir arrinconada y me aburro con mi propia historia. A veces invento personalidades con historias salvajes y vidas catastróficas; a veces simplemente cambio del tema.

Estoy algo saturada frente tanta curiosidad, frente, específicamente, a esa pregunta. Cada uno de nosotros tiene que sufrir a veces a las manos de pesados, a amigos de amigos en reuniones donde la conversación da para platicar las cosas en un poco mas profundidad que el estado del tiempo, del cambio climático, o de que nada es como era antes.

Todos tenemos que caber en una categoría para la tranquilidad de la gente de mas, justificar nuestra existencia para los pocos imaginativos preguntándonos a que nos dedicamos, que hacemos (o sea, cual es nuestra funcion e utilidad en la vida y entonces «ranking» en la gran escala).

Pero ser extranjera en una ciudad eleva esa molesta pregunta a nuevas alturas. Sobre todo si sos inglesa y venís de un país en «donde todo funciona» (hicimos un buen trabajo sobre imagen/país en el Reino Unido, porque confirmo desde ya que no es así) – pero la gente simplemente no es capaz de entender porque una chica del «primer mundo» atrevería a vivir en un país como l’Argentina.

En realidad no tengo una respuesta apta y si contesto con la verdad, tengo que decir, «no tengo p*** idea», pero suena un poco feo eso. A la gente les gusta escuchar que vine a trabajar, a estudiar o porque soy casada con un argentino – estas razones les dan seguridad, les cuadra. Cuando resulta que simplemente eran por los hechos de la vida que me llevaron hacia acá se ponen incómodos.

Entonces, pregunto a mi misma, que hago acá? Y aun la respuesa es igual – no se, no seria lo mismo que hacemos cada uno de nosotros, en cualquier ciudad, en cualquier lugar del mundo? Ganando la vida, tratando de mejorarnos, buscando los momentos de felicidad donde aparezcan.

Que hacemos va siempre cambiando con el tiempo. He llegado hasta el dia de mi cumpleaños, el 4 de julio de 2013 sin ningún plan en particular. De hecho, mas como con el plan anti-plan. Compre un pasaje de ida a Caracas en 2005 y me trajo (eventualmente) hacia el sur.

Me encantó la ciudad y su gente, me pareció uno de eses lugares en donde podría quedarme un buen rato. Empecé a trabajar en negro enseñando ingles, como todos y me fui quedando, consiguiendo DNI, estudiando en la facu, recibiendo de mi Master, mejorando de laburo, volviendo a Europa, trabajando como periodista en paieses pedorros (perdón, en desarrollo), aprendiendo a surfear y, eventualmente, otra vez volviendo acá, como un bumerán.

Ahora soy gerente general de una empresa virtual que vende música a DJ’s y productores y no se bien como llegue a hacer eso, pero es justo esa imprevisibilidad de la vida que siempre me fascinó y me mantiene viva.

Y la verdad es que no puedo – es mas – me niego definirme por lo que hago; por que lo que hago no es lo que soy; lo que hago hoy no es lo que hice ayer y no será lo que hago mañana. Mis razones para estar en l’Argentina fueron cambiando, desde una simple «me gusta la ciudad» hasta «tengo que terminar mi MBA», «todos mis amigos estan acá», o «trabajo acá», hasta finalmente ser «me enamore locamente con el hombre de mis sueños» que terminado siendo, quizas no tan sorprendemente, argentino. Ahora olvidate, no voy a nigun lado.